Pablo Cangiano nació en Argentina pero vive hace 25 años en Italia, donde dirige Duemilauno Agenzia Sociale. De la mano de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (Untref), viaja regularmente a esta, su tierra natal, para aportar su mirada y trayectoria en la conformación de lo que se denominan cooperativas sociales.
Se trata de unidades asociativas dedicadas a actividades económicamente sustentables y, al mismo tiempo, socialmente inclusivas. En el país europeo generan medio millón de puestos de trabajo y garantizan bienes y servicios a millones de usuarios y clientes.
En nuestro país, fueron reconocidas a principios de año por el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social. En noviembre, Cooperar albergó un foro para debatir las principales inquietudes y propuestas del sector.
Cangiano estuvo presente para contar su experiencia y conversar con los más de veinte representantes de cooperativas sociales de todo el país. Al finalizar la jornada, dialogó con La Gaceta de Cooperar.
-¿Qué balance hacés después de cinco años de venir a la Argentina a ver estos procesos?
-Veo que el trabajo está encaminado y claramente hay una evolución. Hace cinco años cuando hablábamos de cooperación social la gente no entendía de qué estábamos hablando. Hoy no sólo entienden si no que hay muchas experiencias que han tomado cuerpo. Tienen que seguir conectándose y realizando intercambios para desarrollarse.
–En Italia hace 28 años hay una ley que respalda a las cooperativas sociales ¿Hasta dónde se puede seguir creciendo aquí sin un marco regulatorio específico?
-Creo que esa es la principal e innecesaria dificultad. Ya de por sí crear empresas es complicado, si además tenés que esperar un año para tener una matrícula, las dificultades aumentan. Hay que agilizar esos procesos y hay que dar marco legal al sistema. Una ley de cooperativas sociales podría ser útil en ese sentido.
–Estos emprendimientos por sí solos suponen una innovación dentro de diversas ramas de la economía social ¿Qué pasos deben dar para consolidar su presencia en estos ámbitos?
-Tienen que informatizarse. Los servicios a las personas y la informática van de mano. Hay que incorporar esto sin ningún prejuicio. Montar plataformas, usar smartphones y otras tecnologías. Hoy podés prestar servicios en un territorio vastísimo, tener miles de cuidadores o educadores y administrarlo todo a través de instrumentos tecnológicos. Esto incluso favorece la democratización ya que casi cualquier persona tiene hoy un teléfono y eso le permite trabajar o usar servicios en los mismos términos que cualquier otra.
-¿Cómo convencer a propios y ajenos de que se trata de emprendimientos con un impacto social positivo pero a la vez viables desde el punto de vista económico?
-Basta hacer un par de cuentas y poder mostrarlas. Eso hace que sean empresas. Además, no hay cooperativas sin cuentas equilibradas. Si bien no buscan la ganancia como objetivo central, deben ser sustentables. Hay que saber cuánto cuesta tener una persona internada en un hospital psiquiátrico y cuánto cuesta la asistencia domiciliaria que evita que esa persona sea internada. Desde ya, cuesta mucho menos una acción económicamente positiva y cultural y éticamente indiscutible.