Mientras se develan sociedades offshore de políticos, empresarios y periodistas-celebrities de todo el mundo radicadas en Panamá, los llamados fondos buitres continúan teniendo el control de la política económica de los países y de esta manera alejan cada vez más el control de las personas sobre los procesos de producción y circulación de bienes.
La valorización financiera, cuyos mecanismos fueron inaugurados a sangre y fuego en nuestro país con la última Dictadura cívico-militar hace exactamente 40 años, hizo estragos a nivel macroeconómico facilitando el vaciamiento de la riqueza nacional a través de la manipulación de variables como las tasas de interés, el tipo de cambio, la emisión monetaria y, bordeando o salteando la ley, la fuga de divisas, el lavado de dinero y la estatización de la deuda privada de grandes grupos empresarios.
Son solamente algunos de los elementos que acompañaron el arduo tránsito desde la recuperación de la democracia institucional en 1983 hasta ahora, cuando el problema de quién controla la economía se ha globalizado, por cierto.
Las cooperativas fueron entonces y siguen siendo una herramienta capaz de garantizar y profundizar la democracia en todos sus aspectos. En su misma esencia, a la que adscriben todas las personas asociadas, están dados los mecanismos por los cuales una de ellas se vuelve autoridad o deja de serlo.
Pero lo que la hace un tipo de empresa mucho más transparente que las sociedades anónimas, por ejemplo, es su composición accionaria y cómo el capital está controlado en definitiva por todos los asociados, al tiempo que es éste el que se subordina al desarrollo escogido democráticamente y no el que precisa maximizarse a expensas del desarrollo.
Al ser sociedades de personas, donde el capital es precisamente un instrumento para el cumplimiento del objeto social acordado por todas ellas, no pueden ser constituidas para evadir impuestos ni mucho menos ocultar a sus verdaderos dueños.
La Confederación Cooperativa de la República Argentina y su presidente, Ariel Guarco, como miembro del Consejo Mundial de la Alianza Cooperativa Internacional, siguen bregando por construir un sistema financiero controlado por la gente y al servicio de la producción.
La trampa de la deuda, con fondos buitres bien conocidos en Argentina detrás del telón, tiene al borde del knock out al casi todo el cooperativismo puertorriqueño, por caso, según constató Guarco junto con el resto de las autoridades de la oficina regional de la Alianza semanas atrás.
Por todo esto, las cooperativas deben seguir integrándose entre sí para hacer una apuesta más fuerte a favor de la democracia económica, mientras que los gobiernos y los organismos internacionales deben ver en nuestra experiencia la solidez de una propuesta nacida de las comunidades y capaz de servirlas en todas las escalas.
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