El cooperativismo en Argentina genera unos 250 mil puestos de trabajo directos, en tanto existen más de 5 mil cooperativas en las que los trabajadores gestionan de forma asociada su propia empresa. En el Mundo, trabajan en cooperativas cerca de 300 millones de personas, esto es una de cada diez personas ocupadas.
“El 1 de mayo, Día de los Trabajadores, como el Día de las Cooperativas, como el Día de las Mutuales, son días de homenaje a la lucha de los pueblos por un mundo más equitativo y justo que todavía nos debemos construir”, reflexiona José Orbaiceta, actual consejero honorario de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar) y ex presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajo (Fecootra).
– Desde la segunda Revolución Industrial, a mediados del siglo XIX, los trabajadores han ido buscando distintas formas de organizarse para defender y adquirir nuevos derechos. ¿Qué poder le ha dado en todo este tiempo la herramienta cooperativa a la clase trabajadora?
– Desde los inicios con los Pioneros de Rochdale, que eran obreros textiles, la organización cooperativa sirvió para resistir la voracidad capitalista. Se trataba de juntar los pocos recursos que tenían para ayudarse mutuamente y poder vivir con la mayor dignidad posible ellos y sus familias. En la medida que el aprendizaje de la acción colectiva nos mostró, a los trabajadores, que juntos podíamos lograr objetivos mayores, y que la acción sindical y cooperativa marchaban juntas, fuimos logrando disputar plusvalía en la lucha organizada. Desde los sindicatos, luchamos por el salario digno y por la defensa de ese salario, y defendimos su poder de compra desde las cooperativas y mutuales de consumo, salud, turismo, educación, etcétera. Las cooperativas, las mutuales y los sindicatos somos parte del amplio movimiento de resistencia del pueblo a ser explotados. Las cooperativas de trabajo surgieron de la disputa del poder dentro de la empresa. Fue coronar el poder de los trabajadores tomando en sus manos la gestión y la propiedad de la empresa, y dar vuelta la torta donde el capital subordinaba al trabajo y lo retribuía con un salario, quedándose con la plusvalía. Ahora el trabajo subordinaba al capital, pagándole un interés, y la plusvalía era de todos los asociados.
– Algunos datos previos a la pandemia indicaban que el movimiento cooperativo da trabajo a cerca de 300 millones de personas, esto es el 10 por ciento de la población mundial ocupada y varias veces más que las fuentes de trabajo generadas por los países del G20 en conjunto. ¿Cómo crees que impacta esta crisis sanitaria, social y económica en las empresas cooperativas y cuál es su rol para recuperar lo más rápidamente posible los puestos de trabajo que se están perdiendo?
– La herramienta cooperativa, como organización humana en cooperación, es la herramienta que precisamente los seres humanos en comunidad nos damos para satisfacer necesidades económicas, sociales y culturales para la vida. Por eso, en 177 años nos hemos desarrollado de tal manera que pasamos de los primeros 28 pioneros de Rochdale a 1300 millones de cooperadores hoy en el planeta, siendo el 10 % de la economía mundial y más de 3 millones de empresas gestionadas en forma colectiva. Nuestro poder surge de nuestra propia existencia. Romper la racionalidad apropiadora del esfuerzo ajeno del capitalismo y crear una cooperativa o una mutual o buscar el camino asociativo es un acto transformador. En ese camino hemos atravesado guerras mundiales, caídas de sistemas políticos, dictaduras, calamidades, tragedias, pero las cooperativas se han mantenido y han crecido porque son el instrumento que los seres humanos utilizan para organizarse en colectivo y avanzar en la satisfacción de sus necesidades. El trabajo hoy es una necesidad acuciante, por el desarrollo de las tecnologías y la ciencia sumado a la voracidad del capital concentrado que solo piensa en el lucro. Se destruyen millones de puestos de trabajo y cada vez más las nuevas generaciones y los que nos caemos del sistema debemos proveernos el trabajo por nosotros mismos. Las figuras empresariales de la economía social y solidaria, que somos la democracia en la economía, donde un socio es un voto, hemos demostrado que podemos satisfacer cualquier necesidad del ser humano y que el capital es un instrumento del desarrollo que debe servir para liberar las fuerzas productivas y crear un desarrollo armónico con la vida dentro de la naturaleza, no para someter a las personas y al planeta al exterminio. La pandemia es el resultado de un mundo que no va más. Por este camino vendrán nuevas pandemias y la destrucción de la civilización. Por este camino, la naturaleza se librará de nosotros si no paramos y construimos otro mundo. Ese nuevo mundo llevará nuestra marca, la acción colectiva, la cooperación como paradigma de construcción de la vida.
«Se destruyen millones de puestos de trabajo y cada vez más las nuevas generaciones y los que nos caemos del sistema debemos proveernos el trabajo por nosotros mismos.»
– El Mundo del Trabajo en general está ante los desafíos que impone la pandemia sumados a la reconversión en muchos de los procesos económicos que se están digitalizando e incluso robotizando, destruyendo viejos oficios y dando lugar a otros nuevos, como la programación y el trabajo con los datos. ¿Está debidamente articulado el sector cooperativo con otros actores como sindicatos, universidades o gobiernos para afrontar estos desafíos?
– Hay cada vez más conciencia de la necesidad de trabajar juntos, las empresas cooperativas, los sindicatos, las universidades y los gobiernos democráticos. Tenemos que fortalecer esa articulación y seguir construyendo paso a paso una sociedad que aproveche los adelantos de la ciencia pero que los ponga al servicio de la vida, una sociedad que permita que todos quepan y no como hoy que hay un mundo del desarrollo y otro del descarte, donde los desarrollados lo son en base a la expoliación del resto de la humanidad. No hay futuro sino construimos las alianzas amplias de todos los sectores afectados y afrontamos la tarea común de tener un futuro para las nuevas generaciones. La economía social, la economía pública y la economía del lucro con responsabilidad social se tienen que articular para construir sociedades más justas donde nadie quede atrás. Eso es responsabilidad nuestra también, ya no alcanza con administrar bien nuestras empresas, sino que a la acción transformadora de nuestra existencia debemos sumarle la militancia por un mundo cooperativo. El desarrollo del big data, de la inteligencia artificial y la robótica nos ofrece la posibilidad de poner nuestros saberes en la nube y ofrecerlos al mundo, a diferencia del capitalismo, que utiliza la nube para precarizar, para uberizar, para tener más lucro. Nosotros tenemos que generar nuevos trabajos, compartir saberes, defender derechos, cooperar y construir herramientas de conectividad propias, aprovechando el desarrollo de un mundo multipolar, para afirmar la construcción de un mundo de los pueblos y no de las corporaciones. El trabajo ya no es el trabajo tradicional que conocimos, tenemos que tomar en nuestras manos las nuevas opciones de trabajo y eso estamos haciendo desde los cuidados, la defensa del ambiente, con la economía circular, hasta los más avanzados desarrollos tecnológicos. Hay ejemplos cooperativos de esto en todo el mundo.
– La OIT reconoce el valor de las cooperativas para que haya trabajo decente en nuevas ramas de la producción y los servicios, vinculadas a las plataformas digitales, por ejemplo ¿Por qué el trabajo asociado puede ser una opción para jóvenes profesionales vinculados a las nuevas tecnologías, entre otros?
– Los avances científico-tecnológicos hegemonizados por el capital concentrado destruyen no solo puestos de trabajo, sino la vida. Lo vemos hoy claramente en la lucha por las vacunas. Mientras el capital concentrado lucra con la desesperación del mundo, hay pueblos que luchan por tener vacunas para ponerlas a disposición de todos a precios justos. Pocos países avanzan con la vacunación mientras la mayoría del planeta queda afuera. Eso es directamente criminal. La vacuna contra el desempleo, contra no conseguir trabajo tradicional, es crear nuestro propio trabajo, desarrollar la vida con nuestras propias empresas. Los trabajadores movemos todas las fábricas del mundo. Con nuestra voluntad y conocimiento podemos desarrollar empresas en cualquier actividad, por lo tanto, para las nuevas generaciones la figura empresarial de la cooperativa de trabajo sirve para desarrollar sus sueños de sostener una vida digna sin que nadie se apropie de su esfuerzo. La cooperativa de trabajo es poner en común la gestión y la propiedad de la empresa para satisfacer necesidades de la sociedad y hoy se demuestra en cualquier tipo de actividad. Vemos que esta figura cada vez más se va desarrollando tanto en la generación de servicios como en la elaboración de productos. Y para los jóvenes profesionales y en especial en las TIC, pero en todas las profesiones, autogestionar el trabajo es el camino a transitar.
«Para las nuevas generaciones la figura empresarial de la cooperativa de trabajo sirve para desarrollar sus sueños de sostener una vida digna sin que nadie se apropie de su esfuerzo.»
– En nuestro país, 3 de cada 10 asalariados no están registrados. Además, hay 3 millones y medio de cuentapropistas. A eso se suma una cantidad creciente de pymes cerradas en los últimos años y una tasa de desempleo del 11% ¿Cómo pueden actuar las entidades representativas del sector y qué políticas se necesitan para generar una rápida inclusión sociolaboral a través de la creación de empresas cooperativas en manos de sus trabajadores?
– El desarrollo cooperativo es integral, todas las formas cooperativas debemos intercooperar, como marca el sexto principio cooperativo, y juntas debemos comprometernos con las comunidades, como dice el séptimo principio cooperativo. No hay desarrollo individual para nosotros tampoco. Nacimos y nos educaron en un mundo con hegemonía de los valores del capitalismo y del lucro y nos hemos ido. Es un proceso, durante mucho tiempo fuimos solidarios en solitario, un archipiélago de pequeñas islas solidarias, en un mundo hegemonizado por la cultura del capital concentrado. Hace años venimos luchando internamente para hacer carne los principios cooperativos, que no sean solo para recitarlos. Los principios hay que practicarlos y que sean rectores en nuestra vida, así seremos una fuerza potente que, en alianzas con otros, nos permitirá construir un mundo con racionalidad y cultura de cooperación. Todo lo que tiende a privatizar achica, todo lo que tiende a cooperar amplía. Por eso es que, intercooperando y construyendo comunidades autogestionadas, iremos encontrado el hilo conductor de la defensa del ser humano y del planeta, o sea de la vida. Nuestras organizaciones, representativas en tanto estén comprometidas con estos principios, pueden generar oportunidades para que sus asociadas en los territorios trabajen por sus comunidades, generando desarrollo económico, social y cultural. Deconstruirnos en tanto seguidores del capitalismo, es decir en tanto ambulancia que levanta los heridos que deja ese sistema, y construirnos en transformadores de la sociedad, logrando construir comunidades sustentables, trabajando lo local y lo global al mismo tiempo, nos llevará a tener un rol importante en la construcción del nuevo mundo post pandemia, pero habrá que luchar y trabajar con otros. Nada estará dado, el futuro se construye con esperanza, pero también con trabajo, sacrificio y voluntad.