La trayectoria más que centenaria del cooperativismo argentino incluye un extenso desarrollo en ramas como servicios públicos, consumo, trabajo y hábitat.
Entrado el siglo XXI, comenzaron a incorporar en su agenda demandas sociales que atraviesan a distintos sectores de la población.
Estos temas fueron abordados en un foro abierto de cooperativas sociales y política pública, realizado el 7 de noviembre en la sede de la Confederación Cooperativa (Cooperar).
Allí estuvieron representantes de varias experiencias que se están desarrollando a lo largo y ancho del país. Algunas integran sociolaboralmente a personas con problemas psiquiátricos, otras lo hacen con quienes están privados de su libertad.
Hay también cooperativas dedicadas a cuidados domiciliarios de adultos mayores u otras personas que necesitan asistencia. Están también las que combinan la inclusión social con el cuidado del medio ambiente.
Además de confederaciones y federaciones de cooperativas, universidades y otras organizaciones son parte de un entramado que viene creciendo y aspira a lograr el respaldo de los nuevos gobiernos que asuman en los próximos días a nivel nacional, provincial y municipal.
“Hay demandas sociales impostergables y la potencialidad de las cooperativas sociales para atenderlas requiere de una política pública, que identificamos como un Plan Nacional de Desarrollo de Cooperativas Sociales”, plantearon las entidades en las conclusiones del Foro.
“Las cooperativas sociales deben ser el camino para promover el trabajo digno vinculado al cuidado, no como ocurre hoy, que es trabajo mayoritariamente precarizado o no remunerado”, señalaron.
Este tipo de entidades, que tienen un gran camino recorrido en otros países como Italia, pueden ser “una alternativa para quienes son hoy estudiantes de carreras como enfermería y otros paramédicos” y pueden ser “la solución de dos desigualdades, de género (el 80% del cuidado es femenino) y social (precarización laboral y trabajo no remunerado)”.