Hacia fines de noviembre de 2021 una delegación de Cooperar y de asociados de otras cooperativas argentinas visitamos en un viaje de capacitación el País Vasco y Barcelona.
A través de la Corporación Cooperativa Mondragón, la Universidad de Cataluña y la Fundación Espriu, vimos la potencia del cooperativismo en el primer mundo.
Recuerdo escuchar las alertas que los economistas del grupo Mondragón nos hicieron respecto al 1-1 del dólar con el peso argentino (los números del déficit y del fin de la convertibilidad) en un cafecito de la calle principal de Victoria, en la capital del País Vasco. Ellos sabían que se venía el estallido. Cuando volvimos a Buenos Aires, solo confirmamos aquellos comentarios.
En aquellos días, hace 20 años, Cooperar fue invitado a participar de las sesiones del Diálogo Argentino, junto a otros sectores del quehacer económico y social de la nación, en pequeñas aulas de un colegio de la Iglesia católica en Barrio Norte. Allí se legitimaron políticas públicas de consenso básico como el sostenimiento y generalización de los planes sociales financiados por las retenciones a las exportaciones del 5%, que todos avalamos en ese momento.
Cooperar, por el empuje y coraje del gran Juan Carlos Fissore, estuvo en esos momentos, y recordamos muy bien que en los tiempos de crisis todos nos juntamos; y que lo superador seria que nos juntemos siempre, en las buenas, en las malas y, sobre todo, en la más o menos, que son la mayoría de las veces.
Cuando en territorio bonaerense arrancaron los patacones, fueron las cooperativas las que demostraron su compromiso con la comunidad. Empezaron la Obrera de Bahía Blanca y las de servicios públicos (nuestros “fuertes” en toda la pampa húmeda y seca).
En esos momentos, Cooperar tenía la posibilidad de propiciar candidatos para que, en su nombre, representen al movimiento cooperativo bonaerense en el Directorio del Instituto Provincial de Acción Cooperativa.
Resulté, conforme así lo decidió el Consejo de Administración de la Confederación, miembro del Directorio del IPAC en representación del movimiento cooperativo provincial, junto al gran Carlos Roppel, que lo hacía en nombre de Coninagro. Fueron, en el medio de un sinnúmero de problemas, momentos felices.
La modernización del Estado (una suerte de piloto del ajuste tan temido), hizo que se discutiera el rol de cooperativismo y su incidencia en las políticas públicas de la provincia de Buenos Aires. Pasaron 20 años y aún seguimos casi igual. Hoy tenemos un estado provincial que parece estar conteste con esta, nuestra mirada, la que requiere de una política pública de fomento y desarrollo del movimiento. En proporción a su dimensión. En todos y cada uno de los sectores.
Y, cuando en plena crisis, el entonces presidente Eduardo Duhalde nos dio la oportunidad de mostrar nuestro rol en la economía nacional, logramos -todo el movimiento cooperativo unido, sumado el mutualismo- que se reconstituyera en el Inaes el Fondo de Promoción y Educación, que vuelva la participación del sector en el Directorio y que se diera un paso adelante en materia de promoción del movimiento.
Hace 20 años, empatábamos. En plena crisis.
Hoy tenemos que salir a ganar. Porque en el medio de sufrimiento, de la crisis, alguien tiene que poner “el pienso”. Y en eso las cooperativas estamos acostumbradas.
Carlos Andrés Mansilla, secretario de Relaciones Internacionales de Cooperar.