Hablamos en exclusiva con el presidente del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social, Alexandre Roig, acerca de la situación del sector cooperativo en el plano nacional e internacional.
– ¿Qué significa la reciente reubicación del Inaes en la órbita de la Jefatura de Gabinete?
– La propia dirigencia cooperativa y mutual habla de una reivindicación histórica del sector, que yo creo que tiene que ver con dos dimensiones. Por un lado, la jerarquía de la economía social en el ordenamiento ministerial. Estamos en la jerarquía más alta. En segundo lugar, la transversalidad, que tiene que tener el Instituto por el hecho de que justamente las cooperativas y mutuales abarcan ámbitos diversos como la salud, los servicios públicos, el crédito, el trabajo, la producción agropecuaria, etcétera. En definitiva, el Inaes está ahora en su lugar natural.
– ¿Cómo impacta en este escenario la lógica de cogestión propia del Inaes, cuyo Directorio está integrado por representantes del cooperativismo y el mutualismo, además de los funcionarios del Poder Ejecutivo?
– Se trata de un modelo de estatalidad, un modelo de organización del Estado que es totalmente virtuoso, porque es un Estado en el cual la sociedad, en este caso las cooperativas y las mutuales, está dentro de su dispositivo. No está ni afuera, ni enfrente, ni al lado, está adentro. Eso permite una forma de cogobierno que es al fin y al cabo lo que tiene que hacer el Estado, estar al servicio de aquellos a los que gobierna. La mejor forma de hacerlo es cogobernando y cogobernar implica lo que se expresa en la conocida frase “mandar obedeciendo”. Esto es, tener claro cuáles son las demandas, las necesidades y a su vez tener la capacidad de articular, de jerarquizar y de orientar ese conjunto de demandas del sector, partiendo siempre de una escucha.
– Este posicionamiento del sector en Argentina es visto como ejemplo en otros lugares del Mundo ¿Cómo ves a la economía social en el plano internacional?
– Está claro que a nivel mundial hay una toma de conciencia, si bien en algunos países la economía social ya estaba jerarquizada. Por poner un ejemplo, la Secretaría de Economía Social en Francia depende del primer ministro desde los años 80. Lo que es claro es que en la pospandemia vivimos una crisis del mundo del trabajo y de la producción y no es casual que se haya hablado de una definición de la economía social por primera vez en más de 100 años en la OIT. Es un dato muy relevante que creo que es sintomático de esa toma de conciencia. Frente a eso, el sector cooperativo y mutual tiene mucho para crecer a nivel mundial y ahí por suerte tenemos a Ariel Guarco en la ACI, que va a tener la gran responsabilidad de poder dotar de contenido, dotar de acciones a esa demanda para desarrollar la economía social a nivel mundial. Esto a su vez invierte un poco lo que veníamos viendo hasta ahora. El sector buscaba ser reconocido, ser aceptado y crecer. Me parece que ahora va a haber una demanda creciente de que el sector aporte soluciones a los grandes problemas del mundo. Y el sector está bien parado desde la ACI y desde la Argentina en particular apoyando la gestión de Ariel en la ACI para poder responder a esa demanda.
– Volviendo al plano nacional ¿Qué expectativa tenés acerca del programa de educación cooperativa que está presentando el Inaes?
– Este programa busca desarrollar la educación cooperativa en las escuelas, en particular en las escuelas técnicas. Estamos haciendo un trabajo con el Instituto Nacional de Educación Técnica (INET) para poder formar a los estudiantes no solamente en cuanto al conocimiento de cómo funcionan las cooperativas y las mutuales, y formarse en los valores del cooperativismo y mutualismo, sino también para que puedan desarrollar sus propias cooperativas y mutuales mientras cursan en la escuela secundaria. La idea es que vivan la experiencia de la práctica profesional en el marco de una cooperativa o una mutual mientras están cursando. Además de formar en valores, se trata de dar herramientas. Estamos empezando con dos escuelas piloto, una que depende de la Universidad de San Martín y otra ubicada en el Chaco, que responde al modelo de las EFAS (NdeR: Escuelas de la Familia Agrícola). De allí sacaremos un aprendizaje y después buscaremos darle volumen.
– En línea con las iniciativas que facilitan la incorporación de las nuevas generaciones en la economía social ¿Qué potencial le ves a las cooperativas que vienen emergiendo en el ámbito de la cultura para la construcción de un imaginario social que incluya a este modelo de organización del trabajo y la producción?
– Creo que hay una dimensión práctica, organizativa, en el sentido de que la forma cooperativa es la más adecuada para el desarrollo de la vida cultural, artística, y eso se ve en la acción del propio sector. Salvo raros casos, la mayoría de estos emprendimientos ya funcionaban de facto como una cooperativa. Poder adecuar la forma jurídica cooperativa a esa práctica es algo virtuoso para el desarrollo del sector cooperativo y para el desarrollo de la actividad artística y cultural. Ahora bien, el imaginario no es solamente una imagen con dos dimensiones. Un imaginario se constituye cuando hay imágenes que producen efectos sensibles, un conjunto de ideas que se hacen cuerpo. Y los que tienen mejor capacidad de producir esas imágenes sensibles son los artistas. Ganamos en potencia cuando se hace cuerpo en la sociedad argentina la idea de que hay una forma cooperativa de organizar los servicios, la producción, etcétera.