Una mayor regulación del sistema financiero para evitar las actividades especulativas y favorecer el desarrollo humano y el bienestar social a través de la cooperación figura entre las principales demandas de un documento publicado días atrás por el Vaticano.
Titulado Consideraciones para un discernimiento ético sobre algunos aspectos del actual sistema económico y financiero, señala que deben ser alentadas realidades como «el crédito cooperativo, el microcrédito, así como el crédito público al servicio de las familias, las empresas, las comunidades locales y el crédito para la ayuda a los países en desarrollo».
El documento, firmado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral, vincula a ese tipo de herramientas con la economía real, llamada a «crear valor, por medios moralmente lícitos, y a favorecer una movilización de los capitales para generar una circularidad virtuosa de riqueza».
«Nunca como en este ámbito, donde el dinero puede manifestar todo su potencial positivo, es tan evidente que no resulta legítimo, desde el punto de vista ético, arriesgar injustificadamente el crédito que deriva de la sociedad civil, utilizándolo con fines principalmente especulativos», afirma.
Las consideraciones incluyen una crítica a las guaridas fiscales (off-shore), por donde circulan operaciones financieras «a menudo al límite de la legalidad, cuando no se pasan de la raya, tanto desde el punto de vista de su legalidad normativa, como desde el punto de vista ético, es decir, de una cultura económica sana y libre del mero propósito de elusión fiscal».
El documento agrega que «en la actualidad, más de la mitad del comercio mundial es llevada a cabo por grandes sujetos, que reducen drásticamente su carga fiscal transfiriendo los ingresos de un lugar a otro, dependiendo de lo que les convenga, transfiriendo los beneficios a los paraísos fiscales y los costos a los países con altos impuestos. Está claro que esto ha restado recursos decisivos a la economía real, y ha contribuido a la creación de sistemas económicos basados en la desigualdad».
No es la primera vez que proviene desde el Vaticano una crítica al mundo financiero en contraste con el aliento a las cooperativas. El Papa Francisco, en un encuentro en Roma hace dos años y medio, alentó a las cooperativas a proponer soluciones «para la gestión de los bienes comunes, que no pueden convertirse en propiedad de pocos ni objeto de especulación».
En 2013, poco después de haber iniciado el pontificado, recibió en el Vaticano al entonces presidente de Cooperar, Ariel Guarco, y a la cúpula de la Alianza Cooperativa Internacional, con los cuales coincidió en la necesidad de promover el cooperativismo para construir una economía al servicio de las personas.
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