En un contexto de alta inflación (52% interanual en septiembre) y con amenazas de desabastecimiento, el Gobierno comenzó a apuntar a grandes actores a los que considera “formadores de precios” y al control directo en las góndolas. “El enfoque parece limitado y tardío. Si resuelve algo, es por muy corto plazo. En lugar de haber previsto mecanismos de mediano y largo plazo, con tiempo, es una respuesta precipitada frente al desborde del descontrol”, advirtieron desde Alimentos Cooperativos.
“En algún momento hay que empezar a marcar las reglas de juego con mayor firmeza, porque tampoco se puede sostener que estos sectores aumenten sus precios por encima de la tasa inflacionaria acelerando y alimentando ese mismo proceso. Al mismo tiempo obtienen grandes ganancias que luego dolarizan. Por todo esto es que se necesitan alternativas”, consideraron referentes de esta red nacional de cooperativas vinculadas a la cadena agroalimentaria.
Los eslabones de Alimentos Cooperativos forman parte de cadenas de valor donde la producción, la industrialización, la comercialización y el consumo tienen impronta autogestionaria. En ese sentido, el precio de cada producto se construye de acuerdo a los costos efectivos de producción, industrialización, logística y comercialización.
Para salir de la encrucijada a nivel nacional, proponen “el desarrollo de los sectores productores de alimentos que no son parte de la agroindustria alimentaria concentrada y hegemónica”. En otras palabras, reclaman políticas para “facilitar y apoyar el desarrollo de cadenas de valor de los alimentos a través del movimiento cooperativo, pymes, movimientos sociales, agricultores familiares, sin excusión por razones partidarias, identificando las experiencias exitosas y sostenibles”.
Ahora bien, consultados sobre qué capacidad tienen las organizaciones de productores y consumidores de la economía solidaria para garantizar el acceso a los bienes básicos, sobre todo de los sectores populares, la respuesta es: “Actualmente, muy poca”.
Ocurre que “la escala del sector es limitada, pero sería significativa a esta altura si hace 15 años -cuando ya se había identificado el mismo problema- se hubieran dispuesto los mecanismos adecuados desde el Estado para desarrollar y fortalece la agricultura familiar y el agregado de valor a través de organizaciones de la economía solidaria”.
En síntesis, desde Alimentos Cooperativos consideran que “es posible ofrecer a la población alimentos de calidad a precios justos” pero para eso “es necesario aumentar las escalas, continuar mejorando los precios y alcanzar a más sectores de la sociedad”. De todas maneras, esto no significa estar presentes en las grandes cadenas de supermercados, como estipula la llamada Ley de Góndolas. “El camino es desarrollar canales de provisión alternativos, no estatales sino, nuevamente, implementados por el sector cooperativo y organizaciones de la economía solidaria”.