El 1 de mayo de 1922 fue un día trascendente para los menos de 200 asociados de la Cooperativa Obrera, cuando de su flamante panadería bahiense salieron las primeras hornadas de pan.
Cien años más tarde, 2.300.000 asociados festejaron la inauguración de un moderno Centro de Productos Panificados desde el que la Obrera hará llegar productos a toda su cadena de supermercados ubicados en localidades de seis provincias argentinas.
Fue el jueves 5 de mayo, con la presencia de autoridades municipales, provinciales y nacionales, además de la dirigencia de la Federación Argentina de Cooperativas de Consumo (FACC), de la Asociación Intercooperativa Regional y de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar), entre otras entidades.
El presidente de Cooperar y de la Alianza Cooperativa Internacional (ACI), Ariel Guarco, consideró a la Obrera como “una empresa social que se hizo cargo de las necesidades de todo un pueblo y que hoy extiende esos servicios a 144 puntos de contacto con sus asociados, generando un circuito virtuoso entre la producción, la distribución y el consumo”.
Guarco también valoró que, “en estos momentos que en nuestro país el precio de los alimentos vuelve a ser un problema, la Cooperativa triplica sus esfuerzos y triplica su capacidad de producción para compartir el pan con más gente”.
Durante la jornada también hablaron el presidente del Inaes, Alex Roig; el titular de la FACC, Rodolfo Zoppi; y la subsecretaria de Industrias, Pymes y Cooperativas bonaerense, Mariela Bembi.
El nacimiento de La Coope, presente hoy en más de 60 ciudades a lo largo y ancho del país, se remonta a más de un siglo atrás, con la constitución de la empresa por parte de un grupo de vecinos bahienses para producir pan y distribuirlo entre sus asociados, sin ánimo de lucro.
La primera producción de pan fue distribuida a un precio 25% más económico que el promedio del valor que se pagaba por entonces, iniciando así su función de reguladora de precios.
Por aquellos días, Bahía Blanca contaba con 50 mil habitantes, con una población que provenía en gran número de la inmigración. La ciudad sufría las consecuencias de la Primera Guerra Mundial que afectaban a su economía. Además, la crisis del agro regional hizo se viera frenado el sostenido crecimiento que se había dado a partir de la llegada del ferrocarril en 1884.
En la actualidad, el pan simboliza la esencia de la Cooperativa Obrera y en varias sucursales la entidad cuenta con elaboración propia, además de su distribución en todas bocas de expendio.