El presidente de Cooperar y vocal del Directorio del Inaes, Ariel Guarco, visitó la planta productora de alimentos gestionada por la Cooperativa de Trabajo La Litoraleña, en el barrio porteño de Chacarita.
Se trata de una entidad formada por ex empleados de una histórica firma del rubro pastas y tapas de empandas, que ante el cierre inminente de la empresa decidieron reconvertirla en cooperativa para seguir adelante, en 2015.
Desde entonces, vienen creciendo en términos productivos, comerciales e incluso se encuentran analizando las posibilidades de recuperar mercados externos, perdidos ante la crisis de la anterior gestión.
En ese sentido, valoraron la visita del presidente de la Confederación Cooperativa en tanto lidera también, desde 2017, la Alianza Cooperativa Internacional, y aprovechando ese escenario tanto en Cooperar como en el Inaes se están trabajado herramientas para favorecer la internacionalización del cooperativismo argentino.
«Vimos una empresa en pleno proceso de producción gracias al esfuerzo y profesionalidad de sus trabajadores quienes, asociados en cooperativa, demuestran que estos procesos son absolutamente viables y necesarios para mantener las fuentes laborales y ofrecer productos de calidad que llegan todos los días a la mesa de los argentinos», expresó Guarco, quien recorrió la planta junto con su par del Directorio del Inaes, Zaida Chmaruk.
La cooperativa, que debió sortear severas dificultades para iniciar la autogestión de la planta alimenticia siete años atrás, se encuentra hoy ante un nuevo embate de parte de un juzgado comercial que busca prohibirle el uso de las maquinarias y el inmueble adquiridos con los créditos laborales.
“Desde el inicio de su gestión, la cooperativa presentó un plan de trabajo y solicitó la compensación de los créditos verificados por los trabajadores en el marco de la quiebra, para poder con ellos hacerse de la titularidad de las máquinas con las que trabajan todos los días”, explicó Federico Tonarelli, presidente de la Federación de Cooperativas de Trabajadores Autogestionados (Facta), asociada a Cooperar.
“Luego de demorar también por años la resolución, ahora el juzgado opta por el remate de esos bienes a sabiendas del perjuicio que le provoca a la cooperativa. Así volvemos a corroborar una vez más que no solo los compañeros deben enfrentar el desastre producido por su antiguo empleador, sino que al salir a flote conformando la cooperativa deben enfrentar decisiones judiciales de esta naturaleza, lo que los pone nuevamente en vilo y sin saber cuál será su futuro laboral”, lamentó el dirigente cooperativo.
Ante esta situación y días antes de la visita de Guarco a la fábrica, el Consejo de Administración de Cooperar dispuso apoyar este reclamo de los 46 trabajadores asociados en la cooperativa que hizo posible la continuidad de la empresa, que se volvió así a instalar en el mercado con las tapas de empanadas, pascualinas, pastas y otros productos de consumo masivo.
“El caso de La Litoraleña es una nueva demostración de la inquina que en general los juzgados comerciales tienen respecto de las cooperativas de trabajo formadas por ex trabajadores de empresas fallidas”, resumió Tonarelli, quien contó que hay otras empresas autogestionadas – como Gráficos Asociados, de Mendoza- enfrentando situaciones similares.