De larga trayectoria en Italia y con alguna experiencia de institucionalización en el vecino Uruguay, las cooperativas sociales aparecen como una de las figuras más promisorias en el sector solidario argentino.
La Huella, que integra a pacientes del neuropsiquiátrico Borda; Kbrones, pionera en la reinserción de personas que salieron o están por salir de prisión; y la Cooperativa de Cuidados Domiciliarios de Mar del Plata; son solamente algunos ejemplos de estas empresas sociales que dan respuestas a demandas crecientes en la sociedad.
De cualquier manera, este tipo de cooperativas no solamente están siendo desarrolladas en distintos puntos del país sino que están adquiriendo cada vez más relevancia a nivel institucional. Como botón de muestra, la primera resolución emitida este año por el Inaes las reconoció por su objetivo de “lograr la inclusión de personas humanas en situación de vulnerabilidad social”.
A nivel sectorial, se conformó la Federación Inclusión, apuntalada por Communitas, otra de las cooperativas pioneras en este rubro. La entidad de segundo grado se asoció a su vez a Cooperar. En el marco de la Confederación, federaciones como Fedecoba, Fecootra, Faess y Fedecaba también asumieron líneas de trabajo puntuales para apoyar a estos proyectos.
Otras instituciones comprometidas con el desarrollo de las cooperativas sociales son Cáritas; las universidades de Tres de Febrero, Quilmes, Lanús y Chubut; y el Instituto de la Cooperación. Entre tanto, una red nacional de cooperativas sociales también busca articular las iniciativas.
Todas estas organizaciones presentaron en forma conjunta un documento titulado Bases y propuestas para un Plan Nacional de Desarrollo de Cooperativas Sociales, que sirvió de base para el primer Foro Abierto de Cooperativas Sociales y Política Pública, desarrollado el jueves 7 de noviembre en la sede de la Confederación Cooperativa. En esa jornada estuvo el antropólogo Pablo Cangiano, nacido en Argentina y referente en Italia -donde vive hace 25 años- de esta rama de la economía solidaria.
“Aún sin contar con un marco regulatorio específico, existen experiencias de cooperativas sociales que hoy resuelven positivamente necesidades del sistema sociosanitario público y privado, así como inserción socio-laboral y acompañamiento integral de personas integrantes de sectores vulnerables y/o discriminados de nuestra sociedad”, señala el documento.
Derecho al cuidado, Ley de Salud Mental y discapacidad, reinserción de personas en situación de encierro y ambiente y desarrollo son algunos de los temas que preocupan principalmente a las entidades firmantes.
“La complejidad del sistema de salud actual demanda continuamente nuevos modos de asistencia para problemáticas cada vez más complejas”, definieron. La emergencia en adicciones, la creciente demanda de servicios de cuidados desde la niñez hasta la vejez y la proliferación de problemáticas psico-sociales son parte del diagnóstico.
Según la propuesta sectorial, “la organización asociativa y cooperativa demuestra una vez más sus mayores potencialidades como aliado estratégico del Estado para la implementación de políticas públicas en estas temáticas que requieren estructuras formales elásticas que garanticen calidad y eficiencia en los servicios, con trabajo decente para sus asociados”.
De cara a las nuevas administraciones del Estado nacional provinciales y municipales, la expectativa es la puesta en marcha de un Plan Nacional de Desarrollo de Cooperativas Sociales, que incluya programas específicos en cada una de las áreas de implicadas con participación del Inaes y las áreas competentes en cada provincia.
Desde el sector pretenden además una ley nacional para las cooperativas sociales, prerrogativas impositivas y de cargas sociales y la eliminación de los obstáculos legales y reglamentarios que impidan la plena inserción de las personas a estas entidades.
“La complejidad del sistema de salud actual demanda continuamente nuevos modos de asistencia para problemáticas cada vez más complejas”.
Más allá de las trayectorias ubicadas en Italia y en Uruguay, las llamadas cooperativas sociales están llamando la atención en todo el mundo.
La Organización Internacional de las Cooperativas en la Industria y los Servicios (Cicopa), rama laboral y productiva de la Alianza Cooperativa Internacional, aprobó en 2011 estándares mundiales para este tipo de entidades y las definió como aquellas “especializadas en el suministro de servicios sociales o en la reinserción de personas desfavorecidas y marginadas”.
Entre ellas, Cicopa contempló a personas minusválidas, desocupados durante un largo período, ex prisioneros y personas que sufren de adicciones.
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) también las reconoció como empresas solidarias “destinadas a atender las necesidades físicas, psicológicas, emocionales y de desarrollo de una o más personas, concretamente niños, ancianos o personas con discapacidad o afectados por una enfermedad física y/o mental”.
En su origen, allá por los años setenta, estas cooperativas contribuyeron al proceso de desmanicomialización llevado adelante en la ciudad italiana de Trieste.