A la expectativa de cómo continuar algún vínculo con el Procrear y tras el anuncio de un nuevo sistema de créditos para la vivienda indexado por inflación, las cooperativas siguen dando respuesta a la demanda con propuestas accesibles, económicas y sostenibles. ¿Cómo hacen miles de familias para construir su hábitat con esfuerzo propio?
Más de cien familias construyeron juntas su propio barrio, 110 para ser más exactos. ¿Cómo es posible? Se auto-organizaron, gestionaron créditos, compraron y lotearon un terreno en la zona Norte del Gran Buenos Aires y están en plena etapa de construcción de las viviendas. Allí proyectan también tener su escuela y otros establecimientos para desarrollar la vida comunitaria en plenitud.
Es solamente un testimonio, que se replica por cientos a lo largo y ancho del territorio nacional, donde faltan unas tres millones de viviendas para satisfacer las necesidades habitacionales de la población. Este déficit se incrementa a un ritmo de 36 mil viviendas por año, de acuerdo con datos de la Fundación de Estudios para Desarrollos Inmobiliarios (FEDI).
Las cooperativas dan respuestas a este problema desde hace más de un siglo, cuando el emblemático –y vigente- Hogar Obrero comenzó a desarrollar proyectos habitacionales para la clase trabajadora que empezaba a poblar densamente las grandes urbes.
En este momento esa cooperativa está terminando de desarrollar con éxito un complejo en Paso del Rey (este del GBA) de 162 viviendas y ya entregó 26 departamentos en el barrio de Boedo, donde además proyecta otro edificio de 30 unidades. Otras dos iniciativas a cargo de EHO para edificar 150 casas están viendo la luz en Morón.
“Es posible generar comunidades sostenibles si uno está organizado con el otro a la par”, afirma Cinthya Graciarena, presidenta de la cooperativa Capilla del Señor. Las 110 familias -50 de ellas son adjudicatarias del Procrear- que se organizaron bajo esta forma, respaldadas por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), construyen sobre la ruta 39, en Capilla del Señor (norte del GBA) el Barrio Atardeceres. Fueron invitados para exponer su desarrollo a fines de abril en la Conferencia Europea de Ciudades Sustentables, que tendrá lugar en Bilbao.
“Hemos desarrollado distintas experiencias de cooperación desde 2014 y, finalmente, le dimos un marco jurídico y administrativo. Es una inquietud que nos apasiona, generar hábitat todos los días con familias que atraviesan un problema muy triste en Argentina, donde sobra la tierra pero no tienen acceso a un pedazo de ella para levantar su hogar.”
Se capacitaron en la Escuela de formación (Escoop) de Cooperar y se ampararon en la Ley de Hábitat de la Provincia de Buenos Aires, la cual estimula “los procesos de autogestión del hábitat a través del cooperativismo y de otras formas asociativas”.
A lo largo de un año, la cantidad de familias interesadas se multiplicó por diez. Muchas de ellas provienen de la Capital Federal, donde el problema se agudizó desde que comenzó el siglo XXI. Según informes oficiales, 4 de cada 10 porteños no pueden acceder a la casa propia, el 16% vive en condiciones deficitarias y, mientras tanto, un 20% de las viviendas permanece vacío.
Diversas experiencias buscan dar respuesta a esa falencia que hasta el momento ni los sucesivos gobiernos ni el mercado inmobiliario lucrativo logra satisfacer. Una de ellas la lleva adelante la Cooperativa Falucho, con una trayectoria reconocida desde su creación en 1970 en Tandil, donde sigue construyendo barrios enteros para la población.
En la Región Metropolitana de Buenos Aires, desde esa entidad están encarando un edificio de ocho pisos en el barrio de Parque Chas y unos 100 departamentos en Ciudad Evita, al otro lado de la General Paz. Además, Falucho está a cargo de poner en pie la nueva casa de la Confederación Cooperativa de la República Argentina (Cooperar), en el barrio de Once